4 A Tito, verdadero hijo mío en una fe compartida, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús, nuestro Salvador.
5 La razón por la que te dejé en Creta* fue para que terminases de organizar los asuntos pendientes y para que nombraras presbíteros en cada ciudad, de acuerdo con las instrucciones que te di.
6 El elegido ha de ser irreprochable, casado una sola vez; sus hijos, si los tiene, deben ser creyentes sin que puedan ser acusados de libertinos o rebeldes.
7 Es preciso, en efecto, que el obispo, en cuanto encargado de administrar la casa de Dios, sea irreprochable. No ha de ser arrogante, ni colérico, ni aficionado al vino, ni pendenciero, ni amigo de negocios sucios.
8 Al contrario, debe ser hospitalario, amante del bien, sensato, de vida recta, piadoso y dueño de sí.
9 Debe estar firmemente anclado en la verdadera doctrina, de modo que sea capaz tanto de aconsejar en lo que respecta a la autenticidad de la enseñanza como de rebatir a quienes la combaten.
10 Porque hay muchos rebeldes, charlatanes y embaucadores, sobre todo entre los judíos convertidos.