1 El rey David le dijo a todo el pueblo de Israel: «Mi hijo Salomón, el único al que Dios ha elegido, es todavía muy joven e inexperto, y el trabajo que le espera es grande, porque el templo no es para los hombres sino para el SEÑOR Dios.
2 Yo me he esforzado por dejar listo todo lo necesario para el templo de mi Dios. Conseguí ya el material apropiado para cada objeto; tengo el oro, la plata, el bronce, el hierro y la madera para usar según corresponda. También están listas las piedras de ónice para las instalaciones, las baldosas de colores, toda clase de piedras preciosas y gran cantidad de mármol.
3 Además de todo lo que ya tengo listo para el templo, voy a entregar mi tesoro personal de oro y plata. Estoy dispuesto a entregarlo todo para el templo de mi Dios.
4 Tengo cien mil kilos de oro de Ofir y doscientas sesenta toneladas de plata refinada para cubrir las paredes de cada salón.