21 Al volver, Roboán juntó un ejército de todas las familias de Judá y de la tribu de Benjamín, ciento ochenta mil hombres, para luchar contra los israelitas y recuperar su reino.
22 Pero Dios le habló así a un hombre de Dios llamado Semaías:
23 «Dile a Roboán hijo de Salomón, rey de Judá, y también a toda la gente de Judá y Benjamín y al resto del pueblo:
24 El SEÑOR les dice: “No vayan a la guerra en contra de los israelitas, sus hermanos. Vuélvase cada uno a su casa. ¡Yo soy la causa de todo esto!”» Así que los hombres del ejército de Roboán obedecieron el mandato del SEÑOR. Tal como el SEÑOR lo mandó, se fueron a casa.
25 Siquén era una ciudad de la región montañosa de Efraín. Jeroboán la fortificó y vivió ahí, luego se mudó a la ciudad de Peniel y la convirtió en un fuerte.
26 Jeroboán pensó: «La dinastía de David recuperará el reino
27 si la gente sigue yendo a ofrecer sacrificios al templo del SEÑOR en Jerusalén porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor, o sea a Roboán, rey de Judá, me matarán y de nuevo lo seguirán».