10 Entonces ellos volvieron con otro mensaje del rey Ben Adad que decía: «Yo destruiré completamente la ciudad de Samaria. Te prometo que no quedará nada de la ciudad, ni siquiera para que mis hombres se lleven una puñada de polvo de recuerdo. ¡Que los dioses me hagan algo peor si no lo cumplo!»
11 El rey Acab le contestó: «Díganle a Ben Adad que no cante victoria antes de tiempo».
12 El rey Ben Adad estaba bebiendo en su carpa junto con los otros reyes cuando los mensajeros volvieron y le dieron el mensaje del rey Acab. Entonces el rey Ben Adad ordenó que sus soldados prepararan el ataque y tomaran posiciones para la batalla.
13 En ese momento llegó un profeta, se presentó al rey Acab y le dijo: El SEÑOR te dice: —¿Ves aquel gran ejército? Yo te permitiré derrotarlo hoy. Entonces tú sabrás que yo soy el SEÑOR.
14 Acab dijo: —¿A quién usarás para derrotarlo? El profeta contestó: —El SEÑOR dice: “Usaré a los jóvenes ayudantes de los funcionarios del gobierno”. Entonces el rey preguntó: —¿Quién debe estar al frente del ejército? El profeta contestó: —Tú lo harás.
15 Así que Acab juntó a los doscientos treinta y dos ayudantes jóvenes de los funcionarios del gobierno y a todo el ejército de Israel. Eran en total siete mil hombres.
16 Al mediodía Acab comenzó el ataque mientras el rey Ben Adad y los treinta y dos reyes que lo ayudaban estaban todavía tomando y emborrachándose dentro de sus carpas.