1 Reyes 20:28-34 PDT

28 Un hombre de Dios se acercó al rey de Israel con este mensaje: «El SEÑOR dijo: «Los arameos dicen que yo, el SEÑOR, soy un dios de las montañas. Piensan que no tengo poder en los valles. Así que haré que tú derrotes a toda esta muchedumbre. Entonces tú sabrás que yo soy el SEÑOR en todo lugar».

29 Los ejércitos acamparon el uno frente al otro por siete días. Al séptimo día comenzó la batalla y los israelitas mataron a cien mil soldados de Siria en un solo día.

30 El resto de los soldados arameos escaparon a la ciudad de Afec, pero la muralla de la ciudad se derrumbó sobre veintisiete mil de ellos. Ben Adad huyó escondiéndose de casa en casa dentro de la ciudad.

31 Los siervos del rey arameo le dijeron: «Miren, hemos escuchado que los reyes de la nación de Israel son reyes que respetan los tratados. Vistámonos con ropas ásperas y sogas en el cuello y salgamos al rey de Israel para que tal vez nos deje con vida».

32 Entonces se vistieron de ropa áspera, se pusieron sogas en el cuello, fueron a donde estaba el rey de Israel y le dijeron: —Tu siervo, Ben Adad, dice: “Te ruego que me perdones la vida”. Acab dijo: —¿Todavía vive? ¡Él es como mi hermano!

33 Ben Adad estaba buscando una señal que mostrara que Acab no lo iba a matar. Al escuchar esas palabras de Acab, los consejeros de Ben Adad entendieron enseguida y dijeron: —¡Por supuesto! Ben Adad es tu hermano. Acab dijo: —Tráiganmelo. Así que Ben Adad salió a ver al rey Acab. Y el rey Acab pidió que subiera al carruaje con él.

34 Ben Adad le dijo: —Acab, te daré las aldeas que mi papá le quitó al tuyo. Podrás poner negocios en Damasco, tal como hizo mi papá en Samaria. Acab le contestó: —Si estás de acuerdo con este pacto, entonces te dejaré en libertad. Así que los dos reyes hicieron un acuerdo de paz y el rey Acab dejó en libertad a Ben Adad.