5 Pero primero consultemos al SEÑOR para ver lo que él dice.
6 Así que Acab llamó una reunión de los profetas. Había como cuatrocientos profetas y Acab les preguntó: —¿Debo ir a la guerra contra el ejército de Siria y atacar a Ramot de Galaad o esperar hasta otro momento? Los profetas contestaron: —Ve a luchar ahora, porque el Señor te va a entregar la ciudad.
7 Pero Josafat les dijo: —¿Hay otros profetas del SEÑOR por acá? Si hay, deberíamos preguntarles.
8 El rey Acab contestó: —Hay otro profeta, Micaías hijo de Imlá, pero lo detesto porque cuando él habla de parte del SEÑOR nunca me dice nada agradable. Siempre dice lo que no me gusta. Josafat le dijo: —El rey no debería hablar así.
9 Así que el rey Acab le dijo a uno de sus oficiales que fueran rápido a buscar a Micaías hijo de Imlá.
10 Los dos reyes estaba sentados cada uno en su trono y vestidos con sus trajes reales. Estaban en los tribunales cerca de la puerta de Samaria y todos los profetas estaban de pie delante de ellos. Mientras profetizaban,
11 Sedequías hijo de Quenaná, uno de los profetas, hizo unos cuernos de hierro. Entonces él le dijo a Acab: —El SEÑOR dice: “Tú usarás estos cuernos para luchar en contra del ejército de Siria, lo derrotarás y destruirás”.