8 Soy tu siervo en medio de tu pueblo, a quien tú elegiste. Es una nación tan numerosa que nadie la puede contar.
9 Dame a mí, tu siervo, una mente que entienda cómo gobernar a tu pueblo y que sepa la diferencia entre el bien y el mal. ¿Quién será capaz de gobernar tu pueblo tan numeroso?»
10 Al SEÑOR le agradó que Salomón pidiera esto.
11 Dios le dijo: «Por haber pedido sabiduría para gobernar y no pediste para ti mismo una vida larga, ni riquezas, ni que matara a tus enemigos,
12 te concederé lo que has pedido. Te daré la mente más sabia y entendida de todos los tiempos.
13 También te daré lo que no pediste: más riqueza que ningún otro rey jamás tendrá.
14 Sígueme y obedece mis decisiones y mandatos, tal como lo hizo tu papá David, y así te daré una larga vida».