24 Samuel le dijo al pueblo: —¡Miren al hombre que el SEÑOR ha elegido! No hay nadie como él en todo el pueblo. Entonces el pueblo empezó a gritar: —¡Viva el rey!
25 Samuel le explicó las leyes del reino al pueblo. Las escribió en un libro y lo puso delante del SEÑOR. Luego les dijo que se fueran a casa.
26 También Saúl se fue a su casa en Guibeá. Dios tocó el corazón de algunos hombres valientes que empezaron a seguir a Saúl.
27 Pero algunos alborotadores empezaron a decir: «¿Cómo nos puede salvar este hombre?» Hablaban mal de Saúl y se negaban a llevarle regalos, pero él no decía nada. Najás, el rey de los amonitas, había oprimido a los gaditas y rubenitas. Les había sacado el ojo derecho a todos los hombres de esas tribus y no había dejado que nadie los ayudara. Esto causó mucho temor en Israel. Najás le había sacado el ojo derecho a todos los hombres israelitas que vivían al oriente del río Jordán, pero siete mil israelitas escaparon de los amonitas y se fueron a Jabés de Galaad.