1 Alrededor de un mes después, Najás el amonita y su ejército rodearon a Jabés de Galaad y todos sus habitantes le dijeron a Najás: —Si haces un pacto con nosotros, te serviremos.
2 Pero Najás respondió: —Haré un pacto con ustedes sólo si me dejan sacarle el ojo derecho a cada uno. ¡Así le causaré desgracia a todo Israel!
3 Los líderes de Jabés le dijeron a Najás: —Danos siete días para enviar mensajeros por todo Israel. Si nadie viene a ayudarnos, nosotros mismos iremos a ti y nos rendiremos.
4 Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá, donde vivía Saúl, y le dieron la noticia al pueblo, todos empezaron a llorar.
5 Al regresar de arrear los toros en el campo, Saúl oyó llorar al pueblo y preguntó: «¿Qué le pasa al pueblo? ¿Por qué lloran?» Entonces el pueblo le dijo a Saúl lo que habían dicho los mensajeros de Jabés.
6 Al escucharlos, el Espíritu de Dios se apoderó de él con gran poder. Con furia
7 tomó dos toros y los descuartizó. Luego les dio los pedazos a los mensajeros y les ordenó que los llevaran por toda la tierra de Israel y que le diera el siguiente mensaje al pueblo: «¡A todo el que no salga para unirse a Saúl y a Samuel, le pasará lo mismo que a estos toros!» El temor del SEÑOR se apoderó del pueblo y todos se unieron.