9 Pero la adivina le dijo a Saúl: —¿Es qué no sabe usted lo que hizo Saúl? Expulsó del país a todos los espiritistas y a los hechiceros. Usted está tratando de ponerme una trampa y exponerme a la muerte.
10 Saúl le hizo esta promesa a ella en el nombre del SEÑOR: —Tan cierto como que el SEÑOR vive, que no serás castigada por hacer lo que te digo.
11 La mujer preguntó: —¿A quién quieres que invoque? Saúl respondió: —A Samuel.
12 Cuando la espiritista vio a Samuel, pegó un gritó, y dijo: —¡Me tendió una trampa! ¡Usted es Saúl!
13 El rey le dijo a la adivina: —No temas. ¿Qué es lo que ves? La adivina dijo: —Veo un espíritu que está saliendo de la tierra.
14 Saúl preguntó: —¿Cómo se ve? La mujer respondió: —Como un anciano que lleva un manto. Saúl se postró rostro en tierra al darse cuenta de que era Samuel.
15 Samuel le dijo a Saúl: —¿Por qué me molestas haciéndome subir? Saúl respondió: —¡Me encuentro en problemas! Los filisteos me están atacando y Dios se ha apartado de mí. Ya no me responde, ni por medio de profetas ni por sueños. Por eso te llamé. Necesito que me digas qué hacer.