14 Quitaron todos los altares y lugares para quemar incienso que había en Jerusalén y los tiraron al arroyo de Cedrón.
15 El día catorce del segundo mes mataron los corderos de la Pascua. Los sacerdotes y los levitas, avergonzados, se purificaron y llevaron al templo del SEÑOR los animales para los sacrificios que deben quemarse completamente.
16 Luego se colocaron en sus puestos, según su costumbre, de acuerdo a la ley de Moisés, hombre de Dios. Los sacerdotes esparcían la sangre que los levitas les entregaban.
17 Mucha gente no pudo hacer su propio sacrificio porque no se había purificado, así que con el fin de consagrarla al SEÑOR, los levitas tuvieron que sacrificar por ellos los corderos de Pascua.
18 En efecto, mucha gente de Efraín, Manasés, Isacar y Zabulón participó de la comida de Pascua sin haberse purificado, con lo cual no actuaron conforme con lo establecido. Por eso Ezequías oró así por ellos: «SEÑOR, tú que eres bueno, borra el pecado de todo aquel que ha decidido de todo corazón seguirte a ti,
19 SEÑOR, Dios de sus antepasados, aunque no esté purificado tal como lo requieren las normas de purificación del templo».
20 El SEÑOR escuchó la oración de Ezequías y perdonó al pueblo.