30 El SEÑOR le dijo a Jehú: —Hiciste bien. Obedeciste lo que te ordené y destruiste a la familia de Acab, tal como yo quería que lo hicieras. Por eso tus descendientes reinarán en Israel por cuatro generaciones.
31 Pero Jehú no fue cuidadoso en cumplir con la ley del SEÑOR de todo corazón. Jehú no dejó de cometer el pecado de Jeroboán que llevó a pecar a Israel.
32 Por aquel tiempo, el SEÑOR comenzó a quitar partes del territorio de Israel y a dárselas a otras naciones. Jazael, rey de Siria, derrotó a los israelitas en todas las fronteras de Israel.
33 Conquistó todo el territorio al oriente del río Jordán, o sea el territorio de Galaad, incluso la tierra que pertenecía a las tribus de Gad, Rubén y Manasés. Ocupó también toda la tierra de Aroer por el valle de Arnón hasta Galaad y Basán.
34 Todas las demás cosas que hizo Jehú están escritas en Las crónicas de los reyes de Israel.
35 Jehú murió y fue sepultado con sus antepasados en Samaria. El hijo de Jehú, Joacaz, reinó en Israel.
36 Jehú había gobernado en Samaria durante veintiocho años.