18 Ahora ora al SEÑOR para que me perdone esto: Cuando en el futuro mi señor, el rey, vaya al templo del dios Rimón para adorarlo, el rey querrá apoyarse en mí; así que tendré que arrodillarme en el templo de Rimón. Te ruego que le pidas al SEÑOR que me perdone cuando me toque hacer eso.
19 Entonces Eliseo le dijo a Naamán: —Vete en paz. Naamán se fue del lado de Eliseo y había recorrido una distancia no muy larga,
20 cuando Guiezi, el siervo de Eliseo, el hombre de Dios, se dijo: «Mi señor se despidió de Naamán el sirio sin aceptar el regalo que trajo. Tan seguro como que el SEÑOR existe, que iré tras él a ver qué consigo de él».
21 Entonces Guiezi corrió tras Naamán. Naamán vio que alguien lo seguía. Se bajó del carruaje para encontrarse con Guiezi. Naamán le dijo: —¿Está bien todo?
22 Guiezi le dijo: —Sí, todo está bien. Mi amo me mandó a decirle esto: “Mira, dos jóvenes del grupo de profetas de la región montañosa de Efraín han venido a verme. Por favor, dales tres mil monedas de plata y unas mudas de ropa”.
23 Naamán dijo: —Por favor, toma seis mil. Naamán convenció a Guiezi de que se llevara la plata. Puso las seis mil monedas de plata en dos bolsas y le dio las mudas de ropa. Naamán les entregó todo esto a sus siervos para que lo llevaran delante de Guiezi.
24 Al pasar la cima del cerro, Guiezi les recibió todo a los siervos, los despidió y escondió todo en la casa.