33 y Jehú les dijo: —¡Arrojen a Jezabel! Entonces los eunucos arrojaron a Jezabel por la ventana. La sangre de Jezabel salpicó las paredes y los caballos pisotearon su cuerpo.
34 Entonces Jehú entró en la casa para comer y beber, y dijo: —Ahora encárguense de esa maldita mujer y sepúltenla, porque al fin y al cabo era hija de un rey.
35 Cuando los hombres salieron a sepultar a Jezabel, no encontraron su cadáver. Sólo encontraron el cráneo, los pies y las palmas de sus manos.
36 Le comentaron esto a Jehú, quien les dijo: —El SEÑOR le había dicho a su siervo Elías el tisbita: “Los perros se comerán el cuerpo de Jezabel en Jezrel.
37 Su cuerpo será como un campo donde se guarda estiércol en Jezrel y nadie podrá reconocerlo”.