4 Cuando la mujer de Tecoa fue a ver al rey, se postró rostro en tierra y le dijo: —¡Ayúdeme, Su Majestad!
5 El rey David le dijo: —¿Qué te pasa? La mujer le dijo: —Soy viuda, mi esposo ha muerto.
6 Tenía dos hijos, pero un día pelearon en el campo y no hubo quién pudiera detenerlos hasta que uno mató al otro.
7 Ahora toda la familia está en contra mía y me dicen que les entregue al asesino para matarlo y vengar así a su hermano. Mi hijo es lo último que me queda. Si lo matan, me quedaré sin nadie. Él es el único que queda vivo para heredar a su papá. Mi difunto esposo no tendrá descendencia y sus pertenencias pasarán a manos de otro.
8 Entonces el rey le dijo a la mujer: —Regresa a tu casa que yo me encargaré de este asunto.
9 La mujer de Tecoa le dijo al rey: —Deje Su Majestad que la culpa caiga sobre mí, pues Su Majestad es inocente.
10 El rey le dijo: —Si alguien te amenaza, tráemelo y no volverá a molestarte.