2 Absalón se levantaba temprano y se colocaba junto a la entrada de la ciudad para ver a los que iban a presentar sus casos para ser juzgados ante el rey David. Entonces Absalón hablaba con ellos y les decía: «¿De qué ciudad eres?» La persona contestaba: «Soy de tal y tal tribu de Israel».
3 Entonces Absalón le decía: «Tú estás en lo justo, pero el rey no te escuchará».
4 También le decía: «¡Cómo quisiera que me nombraran juez de este país! Así podría ayudar con una solución justa a todos los que vinieran a mí con sus problemas».
5 También si alguien se le acercaba y se postraba rostro en tierra, Absalón lo saludaba y le daba un beso.
6 Hacía lo mismo con todos los israelitas que iban a ver al rey David para ser juzgados. Así Absalón se ganó el corazón de todo el pueblo de Israel.
7 Después de cuatro años, Absalón le dijo al rey David: —Permítame Su Majestad ir a Hebrón para cumplir una promesa que le hice al SEÑOR.
8 Cuando vivía en Guesur de Aram, le prometí que si el SEÑOR me permitía regresar a Jerusalén, yo le serviría al SEÑOR en Hebrón.