27 El guardia dijo: —Me parece que el primero corre como Ajimaz hijo de Sadoc. El rey dijo: —Ajimaz es un buen hombre, debe de traer buenas noticias.
28 Ajimaz le dijo al rey: —Todo está bien. Ajimaz se postró rostro en tierra ante el rey y dijo: —¡Alabado sea el SEÑOR! Dios de Su Majestad que ha derrotado a los hombres que estaban en contra de mi señor y rey.
29 El rey preguntó: —¿Está bien el joven Absalón? Ajimaz contestó: —Cuando Joab me envió, vi mucho alboroto pero no supe qué pasaba.
30 Entonces el rey dijo: —Pasa y espera ahí. Ajimaz pasó y se quedó esperando ahí.
31 Cuando el etíope llegó, le dijo: —Traigo noticias para Su Majestad. Hoy el SEÑOR ha castigado a los que estaban en su contra.
32 El rey le preguntó al etíope: —¿Está bien el joven Absalón? El etíope contestó: —Que todos sus enemigos y los que intenten hacerle algún daño sufran igual que este joven.
33 Al oír esto, el rey se puso muy mal y subió a su habitación sobre la entrada de la ciudad gritando: «¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Mi hijo Absalón, quisiera haber muerto yo y no tú! ¡Ay, mi hijo Absalón!»