36 Dios mío, me has dado el escudo de tu salvación, y me has ayudado a prosperar.
37 Tú me ayudas a correr más rápido y les das fuerza a mis piernas.
38 »Así puedo perseguir y destruir a mis enemigos; no descansaré hasta derrotarlos.
39 Acabaré con ellos. Los derrotaré de modo que ellos nunca puedan levantarse de nuevo; todos ellos estarán bajo mis pies.
40 Dios mío, tú me das fuerzas en la batalla; haces que aquellos que me persiguen tengan que rendirse ante mí.
41 Tú me ayudas a derrotar a mis enemigos y a derribar a los que me odian.
42 Ellos buscaron ayuda, pero nadie fue en su auxilio. También llamaron al SEÑOR, pero él no les respondió.