19 Por ese poder que recibió, todas las naciones, pueblos y lenguas lo temían y respetaban. Nabucodonosor decidía a quién mataba o a quién dejaba vivir. Si él quería que alguien fuera importante, lo hacía importante y si quería que alguien fuera despreciable, lo hacía despreciable.
20 Pero Nabucodonosor se llenó de orgullo y terquedad. Entonces, se le quitó el poder que tenía como rey y se acabó toda su gloria.
21 Lo llevaron lejos de la gente y se volvió como un animal. Vivía entre las bestias salvajes, comía pasto como el ganado y el rocío mojaba su cuerpo. Hasta que por fin reconoció que sólo el Dios altísimo tiene poder sobre todos los reinos de los hombres. Sólo Dios decide quién gobierna los países.
22 »Belsasar, usted es hijo de Nabucodonosor y es igual que él. Sabe todo lo que le sucedió a él, pero no se ha portado con humildad.
23 Todo lo contrario, se ha rebelado contra el Señor del cielo. Usted mandó traer las copas de oro y plata que son del templo y luego con sus invitados, sus esposas y sus concubinas bebió allí. Además adoró a dioses de plata y oro, bronce y hierro, madera y piedra. Esos son sólo ídolos falsos que no pueden ver, ni oír, ni pensar. Pero usted no dio honra al Dios verdadero que tiene poder y controla su vida y todo lo que usted hace.
24 Por eso, él sacó su mano y escribió en la pared
25 y estas son las palabras que están escritas: mene, mene, téquel, parsin.