9 Denles a ellos todos los terneros, carneros, o corderos que necesiten para ofrecer sacrificios al Dios del cielo. Igualmente, si los sacerdotes de Jerusalén necesitan trigo, sal, vino o aceite, entréguenselos todos los días sin falta
10 para que ofrezcan sacrificios al Dios del Cielo y rueguen por la vida del rey y la de sus hijos.
11 También, les doy esta orden: Si alguien llega a desobedecer mis órdenes, que quiten una viga de su casa y claven su cuerpo con ella. Su casa será destruida hasta que quede convertida en un simple montón de piedras.
12 Que el Dios que puso su nombre allí en Jerusalén destruya a cualquier rey o persona que trate de cambiar esta orden o de destruir el templo que está en Jerusalén. Yo, Darío, he dado esta orden. Debe ser obedecida rápida y completamente.
13 Entonces, Tatenay, el gobernador del área al occidente del río Éufrates, Setar Bosnay, y los hombres que estaban con ellos obedecieron de inmediato la orden del rey Darío.
14 Los líderes judíos continuaron con éxito la construcción. Todo salió muy bien porque siguieron cuidadosamente las profecías que les daban el profeta Hageo y Zacarías hijo de Idó. Terminaron de construir el templo por el mandato del Dios de Israel y las órdenes de Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia.
15 El templo fue terminado el tercer día del mes de adar durante el sexto año del reinado de Darío.