25 A ellos les entregue el oro, la plata y las otras cosas que el rey Artajerjes, sus consejeros, sus oficiales importantes y todos los israelitas que estaban en Babilonia dieron para el templo de Dios.
26 Pesé todas esas cosas y en total había veintiún mil cuatrocientos cincuenta kilos de plata, tres mil trescientos kilos de platos y objetos de plata y tres mil trescientos kilos de oro.
27 Les di veinte tazones de oro que pesaban ocho kilos y dos hermosos platos de bronce brillante tan valioso como el oro.
28 Luego les dije a los sacerdotes: «Ustedes y todos estos objetos son sagrados para el SEÑOR. Todos estos objetos de oro y plata son ofrendas para el SEÑOR, el Dios de sus antepasados.
29 Así que lleven todo esto con mucho cuidado. Son su responsabilidad hasta que lo entreguen a los jefes de los sacerdotes, a los levitas y a los jefes de familia de Israel, quienes lo pesarán y lo colocarán en los cuartos del templo del SEÑOR en Jerusalén».
30 Los sacerdotes y levitas recibieron el oro, la plata, y los utensilios que Esdras había pesado y les había entregado para que llevaran al templo de Dios en Jerusalén.
31 En el día doce del primer mes partimos desde el río Ahava hacia Jerusalén. Dios estaba con nosotros y nos protegió de enemigos y ladrones durante todo el camino.