1 Así que el rey y Amán fueron a comer con la reina Ester.
2 Mientras bebían vino en el segundo día, el rey le preguntó nuevamente a la reina Ester: —¿Qué es lo que quieres pedir? Cualquier cosa que pidas te será concedida. Incluso, si lo pides, te daré hasta la mitad de mi reino.
3 La reina Ester respondió: —Si Su Majestad quiere agradarme y si le parece bien, le pido respetar mi vida y también la de mi pueblo. Esa es mi petición.
4 Porque mi pueblo y yo hemos sido vendidos para ser arruinados, asesinados y aniquilados. Si solo hubiéramos sido vendidos como esclavos, me habría quedado callada porque ese no sería un problema suficientemente importante como para molestar al rey.
5 Entonces el rey Jerjes le preguntó a la reina Ester: —¿Quién es y dónde está aquel que se atrevió a pensar en hacerle a tu pueblo cosa semejante?
6 Y Ester respondió: —El hombre que está en contra nuestra, nuestro enemigo, es este malvado Amán. Amán se llenó de terror ante el rey y la reina.
7 El rey estaba furioso y se levantó, dejó su vino y salió al jardín. Amán se quedó adentro para rogarle a la reina Ester que le salvara la vida ya que sabía que el rey lo mandaría matar.