7 Se llevó seiscientos de sus mejores carros de combate y también todos los demás carros de combate de Egipto, cada uno al mando de un oficial.
8 El SEÑOR hizo que el faraón, rey de Egipto, se atreviera a perseguir a los israelitas, que se habían ido con aire de triunfo.
9 Los egipcios los persiguieron y los alcanzaron mientras acampaban al lado del Mar Rojo. Todos los caballos de los carros de combate, los jinetes y el ejército del faraón, alcanzaron a los israelitas en Pi Ajirot, frente a Baal Zefón.
10 A medida que el faraón se iba acercando, los israelitas se fueron dando cuenta de que los egipcios venían por ellos. Se asustaron mucho y oraron para que el SEÑOR los ayudara.
11 Le dijeron a Moisés: —¿Acaso nos trajiste aquí al desierto a morir porque no había tumbas en Egipto? ¿Por qué nos hiciste esto? ¿Por qué nos sacaste de Egipto?
12 ¿Acaso no te dijimos en Egipto: “Déjanos trabajar en paz para los egipcios”? Es preferible ser esclavo en Egipto que morir en el desierto.
13 Moisés le dijo al pueblo: —No se atemoricen. Sólo deténganse a ver cómo el SEÑOR los va a salvar hoy. ¡Nunca más volverán a ver a estos egipcios!