4 Pero el SEÑOR va a tratar diferente a los animales de los israelitas que a los de los egipcios. Ningún animal de los israelitas va a morir.
5 El SEÑOR fijó la fecha al decir que el SEÑOR hará que esto suceda mañana, aquí en esta tierra’”.
6 La mañana siguiente así lo hizo el SEÑOR. Se murieron todos los animales de los egipcios, pero no murió ningún animal que perteneciera a un israelita.
7 El faraón mandó a ver si algún animal de los israelitas había muerto, pero no murió ningún animal que perteneciera a un israelita. Sin embargo el faraón se puso terco y no dejó libres a los israelitas.
8 El SEÑOR les dijo a Moisés y Aarón: —Tomen un poco de ceniza de un horno. Luego tú, Moisés, lanza la ceniza hacia arriba, frente al faraón.
9 La ceniza se va a convertir en polvo y se va a esparcir por todo Egipto. Cuando el polvo toque a un animal o a una persona, le saldrán llagas en la piel.
10 Entonces ellos tomaron cenizas de un horno y se pararon frente al faraón. Moisés lanzó las cenizas hacia arriba y les salieron llagas a los animales y a la gente.