29 Tus visiones son falsas y tus predicciones no te servirán, pues son un sartal de mentiras. La espada está ahora en el cuello de los perversos y ellos terminarán siendo sólo cadáveres. Llegó la hora de tu castigo final.
30 »¡Que la espada vuelva a su funda! Yo mismo te castigaré en el lugar donde fuiste forjada, en tu país de origen.
31 Derramaré sobre ti mi ira ardiente. Resoplaré el fuego de mi enojo sobre ti y te entregaré a gente sanguinaria, experta en destruir.
32 Serás pasto de las llamas, tu sangre correrá por todo el país y tu recuerdo será borrado de la faz de la tierra. Es la decisión del SEÑOR».