2 «Hijo de hombre, dile al faraón, rey de Egipto, y a toda su corte: »¿Con quién te comparas en grandeza?
3 Seguramente con Asiria, el Cedro del Líbano. Con su hermoso ramaje, su sombra es como la de todo un bosque. Su copa llega hasta las nubes.
4 Las aguas lo hicieron crecer y las corrientes subterráneas lo hicieron crecer aun más. Los ríos bañan la tierra donde está plantado. Sus canales riegan a todos los demás árboles del campo.
5 Con toda el agua de los canales, el cedro creció más que todos los demás árboles del bosque y sus ramas se extendieron.
6 Todas las aves del cielo construyeron nidos en sus ramas y todos los animales daban a luz bajo su follaje. Gente de muchas naciones descansaba bajo su sombra.
7 Se hacía más hermoso por su gran altura y largas ramas porque sus raíces tenían suficiente agua en lo profundo.
8 Los cedros del jardín de Dios no pueden compararse con él. El ramaje de los demás árboles no puede comparase con el del cedro, ni siquiera el del plátano. Ningún árbol del jardín de Dios se le compara en belleza.