23 Entonces Labán reunió a sus hombres y salió a perseguir a Jacob. Después de siete días, Labán alcanzó a Jacob en la región montañosa de Galaad.
24 Esa noche Dios se le apareció en un sueño a Labán el arameo y le dijo: «¡Cuidado! No le digas nada a Jacob, ni bueno ni malo».
25 A la mañana siguiente Labán alcanzó a Jacob, quien había montado su campamento en la montaña y Labán montó también allí el suyo en el monte de Galaad.
26 Labán le dijo a Jacob: —¿Por qué huiste y me engañaste? Te llevaste a mis hijas como si fueran mujeres capturadas en una guerra.
27 ¿Por qué huiste en secreto? Si me lo hubieras dicho te habría despedido con alegría y con música de tambores y arpas.
28 No dejaste que les diera un beso de despedida a mis nietos y nietas. ¡Fuiste tonto al hacer esto!
29 Yo soy capaz de hacerte daño, pero anoche se me apareció el Dios de tu papá en un sueño y me dijo: “¡Cuidado! No le digas nada a Jacob, ni bueno ni malo”.