14 Cuando Judá y sus hermanos llegaron a la casa de José, él todavía estaba ahí. Entonces ellos se postraron rostro en tierra ante él.
15 José les dijo: —¿Por qué hicieron eso? ¿Acaso no saben que un hombre como yo puede adivinar las cosas?
16 Judá dijo: —Señor, ¡no hay nada que le podamos decir! No tenemos manera de explicar. No hay forma de mostrarle que somos inocentes. Dios nos juzgó culpables por otra cosa que hicimos. Entonces, todos nosotros seremos sus esclavos, incluso el que fue encontrado con la copa.
17 Entonces José dijo: —¡No haré que todos sean mis esclavos! Sólo el hombre que robó mi copa será mi esclavo, los demás se pueden ir en paz a donde está su papá.
18 Pero Judá se acercó a José y le dijo: —Señor, le ruego que me deje decirle algo sin que se moleste. Yo sé que usted es como si fuera el faraón.
19 Cuando estuvimos aquí antes, usted nos preguntó: “¿Tienen papá u otro hermano?”
20 Y nosotros respondimos: “Tenemos un papá muy viejo y un hermano menor que nació cuando nuestro papá era ya un anciano. El hermano de nuestro hermano menor ya murió y él es el único hijo de su mamá que queda vivo, por eso nuestro papá lo quiere mucho”.