15 Israel bendijo a José y le dijo: «Que el Dios que mis padres Abraham e Isaac adoraron, el Dios que ha sido mi pastor toda mi vida hasta hoy,
16 el ángel que me salvó de todo peligro, bendiga a estos muchachos. Es para que así mi nombre y el nombre de mis padres Abraham e Isaac sigan viviendo en ellos, y para que se multipliquen sobre la tierra».
17 Cuando José vio que Israel tenía su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, se molestó. Así que tomó la mano de su papá y trató de moverla de la cabeza de Efraín a la de Manasés.
18 José le dijo a su papá: —¡Así no, papá! Este es el mayor, pon tu mano derecha sobre su cabeza.
19 Pero su papá se rehusó y dijo: —Lo sé, hijo, lo sé. Él también va a ser importante y de él también nacerá mucha gente, pero su hermano menor va a ser todavía más importante y sus descendientes formarán muchas naciones.
20 Entonces los bendijo ese día diciendo: «La gente de Israel usará sus nombres para bendecir: “Que Dios te haga como Efraín y Manasés”». De esta manera Israel hizo a Efraín más importante que Manasés.
21 Luego Israel le dijo a José: —Mira, me estoy muriendo, pero Dios va a estar contigo y te va a llevar de regreso a la tierra de tus antepasados.