6 Después de mucho tiempo, el SEÑOR me dijo: «Levántate, y ve a Perat y toma el cinturón que te ordené que escondieras».
7 Así que fui a Perat, cavé y saqué el cinturón del lugar donde lo había escondido. El cinturón ya estaba podrido y no servía para nada.
8 Entonces el SEÑOR me dio este mensaje:
9 «Esto dice el SEÑOR: “Así como destruí este cinturón, destruiré el esplendor de Judá y de Jerusalén,
10 pueblo perverso que se niega a escuchar mis palabras y que se guía por la terquedad de su corazón perverso. Se ha ido tras otros dioses para servirlos y adorarlos; es como este cinturón que no sirve para nada.
11 Así como uno se ajusta el cinturón a la cintura, así hice que todo el pueblo de Israel y de Judá se ajustara a mí”, dice el SEÑOR. “Yo quería que ellos fueran mi pueblo y me dieran fama, honor y gloria, pero no me obedecieron”.
12 »Diles también lo siguiente: “Esto dice el SEÑOR, Dios de Israel: ‘Toda jarra debe llenarse de vino’. Y ellos te dirán: ‘¡Pues claro que sabemos que toda jarra debe llenarse de vino!’