20 »Hace mucho tiempo rompiste tu yugo y te quitaste las cadenas que te ataban a mí. Dijiste que ya no me servirías y como una prostituta te tendiste en cada colina y bajo cada árbol frondoso.
21 Pero yo te planté como una vid seleccionada, toda ella de la mejor semilla. ¿Cómo es que te degeneraste tanto que ante mi te has convertido en una vid extraña?
22 Aunque te bañes con lejía y mucho jabón, para mí seguirás manchada por tus pecados. Lo dice el Señor DIOS.
23 »¿Cómo te atreves a decir: “No me he corrompido ni he adorado dioses falsos”? Observa tu comportamiento en el valle y reconoce lo que has hecho, camella que anda a la ligera, de aquí para allá;
24 burra salvaje, que tira al monte, que ardiendo de ganas olfatea el viento. Cuando está en celo, no hay quien la controle. El macho que quiera aparearse con ella, no tendrá que buscar mucho porque es fácil de encontrar cuando está en época de celo.
25 No andes corriendo con los pies descalzos, ni dejes que se te reseque la garganta. Pero tú dices: “¡Ni modo, no hay remedio! Me gustan los extraños y me iré tras ellos”.
26 »Así como un ladrón se avergüenza cuando lo atrapan, así se avergonzarán la nación de Israel, sus reyes y sus líderes, junto con sus sacerdotes y profetas.