23 »¿Cómo te atreves a decir: “No me he corrompido ni he adorado dioses falsos”? Observa tu comportamiento en el valle y reconoce lo que has hecho, camella que anda a la ligera, de aquí para allá;
24 burra salvaje, que tira al monte, que ardiendo de ganas olfatea el viento. Cuando está en celo, no hay quien la controle. El macho que quiera aparearse con ella, no tendrá que buscar mucho porque es fácil de encontrar cuando está en época de celo.
25 No andes corriendo con los pies descalzos, ni dejes que se te reseque la garganta. Pero tú dices: “¡Ni modo, no hay remedio! Me gustan los extraños y me iré tras ellos”.
26 »Así como un ladrón se avergüenza cuando lo atrapan, así se avergonzarán la nación de Israel, sus reyes y sus líderes, junto con sus sacerdotes y profetas.
27 Es que a un árbol le dicen: “Tú eres mi padre”; y a una piedra le dicen: “Tú eres mi madre”. Me dieron la espalda, no me dan la cara; pero cuando estaban sufriendo me dijeron: “Levántate y sálvanos”.
28 Judá, ¿dónde están los dioses que tú hiciste? Tienes tantos dioses como ciudades; pues que ellos vengan y te salven cuando estés en desgracia.
29 “¿Por qué te pones a alegar conmigo si todos ustedes se rebelaron contra mí?” Lo dice el SEÑOR.