7 Corren hacia la batalla, y como soldados, escalan la muralla. Corren para atacar, cada uno en su lugar sin romper la formación.
8 No se atropellan entre sí, cada uno va por su línea. Si alguno resulta herido, los demás siguen su avance.
9 Se lanzan contra la ciudad y trepan por sus murallas. Se meten en las casas por las ventanas, como ladrones.
10 La tierra tiembla y el cielo se estremece ante ellos. El sol y la luna se oscurecen y las estrellas pierden su resplandor.
11 El SEÑOR dirige a su ejército dándole órdenes. Su ejército es grandioso y los que cumplen sus órdenes son poderosos. De verdad que el día del SEÑOR será un día grande y terrible. ¿Quién lo podrá soportar?
12 El SEÑOR llama a su pueblo: «Vengan ahora y cambien su vida, y regresen a mí de todo corazón. Háganlo con ayuno, llanto y lamentos.
13 En lugar de rasgarse las vestiduras, rasguen su corazón». Cambien su vida y vuelvan al SEÑOR su Dios, compasivo y misericordioso, que no se enoja con facilidad, que está lleno de fiel amor y dispuesto a dar indulto.