21 Mataron con la espada a todos en la ciudad, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, ganado, rebaños y burros.
22 Josué les dijo a los dos hombres que habían espiado la tierra: «Entren a la casa de la prostituta y saquen a la mujer y a toda su familia, tal como lo juraron».
23 Así que los dos hombres que habían sido espías fueron y sacaron a Rajab, al papá, a la mamá, a los hermanos y a todos los parientes de ella y los pusieron afuera del campamento de Israel.
24 Luego, los israelitas quemaron la ciudad y todo lo que había en ella. Sólo la plata, el oro y los objetos de bronce y de hierro los guardaron en la tesorería de la casa del SEÑOR.
25 Pero Josué les perdonó la vida a Rajab, la prostituta, y a todos sus parientes. Sus descendientes han vivido en Israel hasta hoy porque escondió a los mensajeros que Josué había enviado a espiar en Jericó.
26 En ese momento Josué hizo este juramento: «Que el SEÑOR maldiga al que intente reconstruir la ciudad de Jericó. Que a costa de la vida de su hijo mayor eche los cimientos, y a costa de la vida de su hijo menor restaure sus puertas».
27 Así el SEÑOR estaba con Josué, y su reputación se difundió por toda la tierra.