5 Los hombres le dijeron al muchacho: —Te rogamos que le preguntes a Dios si nuestro viaje va a ser exitoso.
6 El muchacho dijo: —Sí, vayan en paz, el SEÑOR los acompañará en este viaje.
7 Los hombres siguieron su viaje y llegaron hasta Lais. Allí vieron que la gente vivía tranquilamente. El pueblo estaba gobernado por los de Sidón. Todo estaba calmado y en paz. No tenían enemigos que los molestaran y no les faltaba nada. Vivían lejos de los sidonios y no tenían trato con nadie.
8 Los cinco hombres regresaron a las ciudades de Zora y Estaol. Sus hermanos les preguntaron: —¿Qué encontraron?
9 Ellos respondieron: —Hemos encontrado una tierra muy buena, pero muévanse, no se queden ahí sin hacer nada. Tenemos que ir a atacar y a apoderarnos de la tierra.
10 Al llegar allí verán que el territorio es muy grande. Allí no hace falta nada, la gente es pacífica y no está preparada para un ataque. Con seguridad que Dios nos dará esa tierra.
11 Entonces seiscientos hombres de la tribu de Dan salieron de las ciudades de Zora y Estaol, armados y listos para el ataque.