4 Al día siguiente todos se levantaron muy temprano y construyeron un altar.
5 Luego los israelitas dijeron: «¿Hay alguna tribu de Israel que no haya venido a reunirse con nosotros ante el SEÑOR?» Hicieron esta pregunta porque antes habían hecho una promesa muy importante. La promesa era que matarían al que no se reuniera con las demás familias ante el SEÑOR en Mizpa.
6 Los hombres de Israel sintieron pesar por sus hermanos de Benjamín y dijeron: «Hoy se ha cortado de Israel una de sus tribus.
7 Nosotros prometimos por el SEÑOR que no dejaríamos que nuestras hijas se casaran con los hombres de Benjamín. Ahora, ¿qué podemos hacer por los que todavía quedan para que puedan tener familia otra vez?»
8 Entonces volvieron a preguntar: «¿Hay alguna tribu que no haya ido al encuentro que tuvimos con el SEÑOR en Mizpa? ¡Tiene que haber alguna que no haya estado! Y se acordaron que ningún hombre de la ciudad de Jabés Galaad había estado en la reunión con las otras tribus de Israel.
9 Cuando pasaron lista, se dieron cuenta que no había nadie de allí.
10 Entonces enviaron doce mil soldados a esa ciudad con esta orden: «Lleven sus espadas y maten a todos los habitantes de esa ciudad, incluyendo mujeres y niños.