11 Reprendí a los funcionarios y les dije: «¿Por qué han descuidado el templo de Dios?» Luego reuní a todos los levitas y les dije que regresaran a trabajar en el templo.
12 Entonces todo el pueblo de Judá trajo la décima parte del trigo, del vino y del aceite a las bodegas del templo.
13 Luego encargué de las bodegas al sacerdote Selemías, al escriba Sadoc y a un levita llamado Pedaías. Nombré como ayudante a Janán, hijo de Zacur y nieto de Matanías. Sabía que podía confiar en ellos debido a su honestidad. Tenían la responsabilidad de entregar a sus hermanos las porciones que les correspondían.
14 Ten presente, Dios mío, todo lo que hice y no te olvides de las buenas obras que he hecho por el templo de mi Dios y por su servicio.
15 En aquellos días vi en Judá gente que estaba haciendo vino en el día de descanso, y traían montones de trigo y lo cargaban sobre los burros. Vi gente el día de descanso cargando vino, uvas, higos y toda clase de cosas para llevarlo a Jerusalén. Así que les reprendí y les advertí que no debían comerciar en día de descanso.
16 Algunos de la ciudad de Tiro que vivían en Judá traían pescado y toda clase de mercancías, y las vendían el día de descanso a la gente de Judá y Jerusalén.
17 Discutí con los dirigentes de Judá y les dije: «¿Qué es lo que están haciendo? Están profanando el día de descanso convirtiéndolo en otro día normal.