10 Pero la gente de Judá dijo: «Los trabajadores se están cansando y hay demasiados escombros en el camino. Nunca seremos capaces de reconstruir la muralla nosotros solos».
11 Nuestros enemigos planeaban llegar sin que los viéramos y meterse en medio de nosotros para matarnos y detener el trabajo.
12 Pero los judíos que vivían cerca de nuestros enemigos, vinieron varias veces y nos avisaron que venían a atacarnos por todos lados.
13 Entonces coloqué a algunos detrás de las partes más bajas de la muralla y en los boquetes, y ordené que la gente se agrupara por familias con espadas, lanzas y arcos.
14 Después inspeccioné todo esto y le hablé a los dirigentes, a los oficiales y al resto de la gente así: «No tengan miedo de nuestros enemigos. Tengan presente que nuestro Dios es grande y poderoso. Luchen por sus hermanos, por sus hijos e hijas, por sus esposas y por sus hogares».
15 Nuestros enemigos se dieron cuenta que sabíamos de sus planes y que Dios les había echado todo a perder. Así que se retiraron. Nosotros regresamos a nuestro trabajo en la muralla.
16 Desde aquel día, la mitad de mi gente trabajaba en la muralla y la otra mitad vigilaba con sus escudos, lanzas, arcos y armaduras. Los líderes militares permanecían detrás de toda la gente de Judá.