1 El día veinticuatro del mismo mes, la gente de Israel se reunió para ayunar, se pusieron ropa áspera y se echaron polvo en la cabeza.
2 Los descendientes de Israel se separaron de todos los extranjeros, se pusieron de pie y confesaron sus pecados y los de sus antepasados.
3 Estuvieron allí por tres horas leyendo el libro de la ley del SEÑOR su Dios, y otras tres horas más confesando sus pecados y alabando al SEÑOR su Dios.
4 Entonces Jesúa se subió a la tribuna de los levitas junto con Baní, Cadmiel, Sebanías, Buní, Serebías, Baní y Quenaní y llamaron en voz alta al SEÑOR su Dios.
5 Luego Jesúa, Cadmiel, Baní, Jasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías, y Petaías dijeron: «¡Levántense y alaben al SEÑOR su Dios! Bendito seas por siempre. Alabado sea tu glorioso nombre, aunque tú eres superior a todas las bendiciones y alabanzas.
6 »Tú, SEÑOR, solo tú eres Dios. Tú creaste las estrellas, la tierra y todo lo que hay en ella; hiciste los mares y todo lo que hay en ellos. Tú le diste vida a todo, y todos los ángeles del cielo te adoran.
7 »Tú eres el SEÑOR, el Dios que eligió a Abram, lo sacó de Caldea en Babilonia y lo llamó Abraham.