31 Apenas Moisés terminó de decir esto, la tierra se abrió debajo de esa gente
32 y se tragó a todos los que se habían unido a Coré, junto con sus familias y posesiones.
33 Todos ellos cayeron al fondo de la tierra, vivos y con sus posesiones, y luego la tierra volvió a cerrarse. De esa forma fueron eliminados de la comunidad.
34 Todos los israelitas que estaban cerca de ellos corrieron diciendo: «¡No vaya a ser que la tierra nos trague a nosotros también!»
35 Enseguida el SEÑOR envió fuego y destruyó a los doscientos cincuenta hombres que ofrecieron incienso.
36 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés:
37 «Dile a Eleazar hijo del sacerdote Aarón, que debe remover los incensarios de los restos del incendio. Que arroje lejos las brasas que aún haya en ellos porque estos quedaron consagrados.