34 Todos los israelitas que estaban cerca de ellos corrieron diciendo: «¡No vaya a ser que la tierra nos trague a nosotros también!»
35 Enseguida el SEÑOR envió fuego y destruyó a los doscientos cincuenta hombres que ofrecieron incienso.
36 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés:
37 «Dile a Eleazar hijo del sacerdote Aarón, que debe remover los incensarios de los restos del incendio. Que arroje lejos las brasas que aún haya en ellos porque estos quedaron consagrados.
38 Retira los incensarios de los que murieron por haber pecado, y conviértelos en láminas para cubrir el altar, porque ellos los trajeron ante el SEÑOR y eso hizo que los incensarios quedaran consagrados. Las láminas servirán de advertencia a los israelitas».
39 Entonces el sacerdote Eleazar tomó los incensarios de cobre que habían ofrecido los que murieron por el fuego, y los convirtió en láminas para recubrir el altar,
40 tal como el SEÑOR le había ordenado por medio de Moisés. Esto se hizo para advertirles a los israelitas que nadie que no fuera de la familia de Aarón, podía acercarse al altar para quemar incienso ante el SEÑOR, pues de lo contrario le podía pasar lo mismo que les sucedió a Coré y a sus seguidores.