4 Los israelitas se fueron del monte Hor por el camino del Mar Rojo, dando un rodeo para no pasar por el territorio de Edom. En el camino la gente perdió la paciencia
5 y empezó a hablar mal de Dios y de Moisés: —¿Por qué nos sacaste de Egipto para morir en el desierto? Aquí no hay pan ni agua. Ya nos cansamos de esta comida miserable.
6 Entonces el SEÑOR les envió serpientes venenosas que los mordieron e hicieron que murieran muchos israelitas.
7 El pueblo se acercó a Moisés y le dijo: —Hemos pecado al hablar mal del SEÑOR y de ti. Pídele al SEÑOR que aparte las serpientes de nosotros. Entonces Moisés oró por el pueblo,
8 y el SEÑOR le dijo a Moisés: —Haz una serpiente y ponla en un poste. Todo el que haya sido mordido y la mire se salvará.
9 Entonces Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un poste. Así que cuando alguien sufría la mordedura de una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y se salvaba.
10 Los israelitas continuaron su marcha y acamparon en Obot.