11 Ahora, jovencita, no tengas miedo, haré lo que me pides, porque todo el mundo sabe que eres una mujer respetable.
12 Aunque es cierto que soy uno de los parientes que debería protegerte y casarse contigo, hay un pariente que tiene más derecho que yo.
13 Pasa la noche aquí. Por la mañana, si el otro hombre se quiere hacer cargo de ti, está bien, él lo hará. Si no, te prometo ante el SEÑOR que yo me haré cargo de ti. Sólo quédate hasta la mañana.
14 Y así, ella se quedó ahí con él hasta la mañana, pero ella se levantó antes del amanecer para que nadie la viera. Booz pensó: «Nadie debe enterarse de que esta mujer ha estado en el lugar donde se trilla el trigo».
15 Sin embargo le dijo a Rut: —Toma el manto que tienes puesto y mantenlo abierto. Ella lo mantuvo abierto, y él tomó como veinte kilos de cebada, los echó en el manto y le ayudó a ella a echarse el manto al hombro. Luego él volvió al pueblo.
16 Cuando Rut volvió a la casa de su suegra, ella le preguntó: —¿Cómo te fue, hija mía? Entonces Rut le contó a Noemí todo lo que Booz había hecho por ella.
17 Le dijo: —También me dio estos veinte kilos de cebada y me dijo que no debería ir a casa de mi suegra con las manos vacías.