1 Mira a Jerusalén, la ciudad rebelde. Esa sucia ciudad que oprimía a la gente.
2 La ciudad que se negó a escuchar. La que ignoró mis enseñanzas, la que no confió en el SEÑOR ni se acercó a su Dios.
3 Los líderes de esa ciudad son como leones que rugen. Sus jueces son como lobos que atacan al atardecer y devoran completamente los cadáveres.
4 Sus profetas son gente extravagante que miente y engaña para obtener lo que quiere. Sus sacerdotes les faltan al respeto a las cosas sagradas y violan la ley.
5 Por el contrario, el SEÑOR es justo en esa ciudad. Él no hace nada malo y todos los días demuestra su justicia. Sí, él es siempre justo en sus decisiones. Nunca hace nada cruel o perverso.
6 «He destruido a las naciones; sus torres han sido demolidas. He destruido sus calles para que nadie pase por ellas. Sus ciudades han sido destruidas para que ya nadie viva en ellas.
7 Pensé que al decirte eso sentirías temor de mí y aprenderías la lección. Pensé que así nunca olvidarías mi disciplina. Pero lo que sucedió fue que se llenaron de ganas de hacer más maldades.