6 Por eso no tendré compasión de los habitantes de Judá». El SEÑOR dice: «Voy a hacer que cada uno de ellos quede bajo el control de su vecino y de su rey. Dejaré que les destruyan su tierra y no salvaré a ninguno de ellos».
7 Así que me dediqué a cuidar las ovejas que iban a ser sacrificadas, especialmente a los pobres del rebaño. Tomé dos varas de pastor, a una la llamé Gracia, a la otra la llamé Unión, y con esas varas de pastor guié a las ovejas.
8 En sólo un mes me deshice de tres pastores, pero me enojé con las ovejas, y a su vez ellas me despreciaron.
9 Entonces dije: «¡Ya no las cuidaré más! Dejaré que se muera la que se iba a morir, que maten a la que iban a matar y las demás que se acaben entre ellas».
10 Entonces tomé la vara llamada Gracia y la partí para mostrar que el pacto de Dios con su pueblo estaba roto.
11 En ese momento el pacto terminó. Los comerciantes de ovejas que me estaban observando se dieron cuenta de que este era un mensaje del SEÑOR.
12 Luego les dije: «Si les parece bien, páguenme mi salario, si no les parece bien, entonces no lo hagan». Me pagaron treinta piezas de plata.