4 y que cada uno aprenda a controlar su cuerpo. Es decir, que usen su cuerpo de una manera que lleve a la pureza y honre a Dios.
5 No se dejen llevar por las pasiones del cuerpo como hacen los que no conocen a Dios.
6 Ninguno debe hacerle daño a su hermano ni engañarlo de esa manera. El Señor castiga a todos los que cometen esos pecados, como ya les hemos advertido antes.
7 Dios nos ha llamado para ser puros, no para que vivamos en el pecado.
8 El que se niegue a obedecer esto, no está negándose a obedecer a los hombres sino a Dios, quien les da su Espíritu Santo.
9 No es necesario que les escribamos sobre el amor que deben tenerse como hermanos en Cristo, porque Dios ya les ha enseñado a amarse unos a otros.
10 En verdad ustedes aman a todos los hermanos de Macedonia. Por lo tanto, hermanos, ahora los animamos para que los amen cada vez más.