3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios que siempre nos da consuelo.
4 Dios nos consuela en todos nuestros sufrimientos para que también nosotros podamos consolar a quienes sufren, dándoles el mismo consuelo que recibimos de él.
5 Así como compartimos los enormes sufrimientos de Cristo, podemos compartir con otros el consuelo que él nos da.
6 Si sufrimos, es para el consuelo y la salvación de todos ustedes. Igualmente, si tenemos consuelo es para consolarlos y darles fortaleza para enfrentar con paciencia los mismos sufrimientos que tenemos nosotros.
7 Confiamos totalmente en ustedes porque sabemos que así como comparten nuestro sufrimiento, también comparten nuestro consuelo.
8 Hermanos, queremos que sepan acerca de los problemas que afrontamos en Asia. Tuvimos que soportar una carga demasiado pesada para nosotros y estábamos tan desesperados que incluso perdimos la esperanza de seguir viviendo.
9 En el fondo de nuestro corazón sentíamos que se nos había dado sentencia de muerte; sin embargo, esto sucedió para que aprendiéramos a dejar de confiar en nosotros mismos y confiáramos en Dios, quien es capaz de resucitar a los muertos.