7 Entonces el Cordero vino y tomó el rollo de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
8 En ese momento, las cuatro criaturas y los veinticuatro ancianos se arrodillaron ante el Cordero. Cada uno tenía un arpa y vasijas doradas llenas de incienso que son las oraciones del pueblo santo de Dios.
9 Todos ellos cantaban una canción nueva al Cordero: «Tú mereces tomar el rollo y romper sus sellos porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste un pueblo para Dios de todas las razas, lenguas, pueblos y naciones.
10 Hiciste que ese pueblo fuera un reino y sacerdotes para nuestro Dios. Ellos reinarán sobre la tierra».
11 Luego oí las voces de millones y millones de ángeles que estaban alrededor del trono, de las criaturas y de los ancianos.
12 Ellos decían con voz fuerte: «El Cordero que fue sacrificado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza».
13 Escuché entonces a todos los seres en el cielo, en la tierra, debajo de ella y en el mar, que decían: «¡Toda la alabanza, el honor, la gloria y el poder sean por siempre para el que está sentado en el trono y para el Cordero!»