5 Por eso, cuando Cristo vino al mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, sino que has preparado un cuerpo para mí.
6 A ti no te gustan los sacrificios de animales muertos y quemados, ni los sacrificios que se ofrecen por los pecados.
7 Entonces dije: “Aquí estoy, Dios. En el libro de la ley está escrito acerca de mí: Vine a hacer lo que tú quieres que haga”».
8 Cristo comienza diciendo: «No te agradan los sacrificios ni las ofrendas. Tampoco te gustan los sacrificios de animales muertos y quemados, ni los sacrificios que se ofrecen por los pecados», aunque todos estos sacrificios los ordena la ley.
9 Luego añade: «Aquí estoy, Dios. En el libro de la ley está escrito acerca de mí: Vine a hacer lo que tú quieres que haga». Dios reemplaza el primer sistema de sacrificios por el sacrificio de Cristo.
10 Por eso el sacrificio del cuerpo de Cristo nos hace santos. Él cumplió con lo que quería Dios cuando se entregó por nosotros una sola vez y para siempre.
11 Todos los días los sacerdotes celebran sus servicios religiosos. Una y otra vez ofrecen los mismos sacrificios que nunca podrán quitar los pecados.