21 Todo parecía tan terrible que Moisés dijo: «Estoy temblando de miedo».
22 Ustedes han llegado a un lugar diferente que es el monte Sion, la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial, donde se reúnen millares de ángeles para celebrar, y
23 también están reunidos los primogénitos de Dios, cuyos nombres están escritos en el cielo. Ustedes han llegado a donde está Dios, el juez de todos, y a donde están los espíritus que fueron aprobados y perfeccionados por él.
24 Están junto a Jesús, quien trajo el nuevo pacto de Dios a la gente. En este lugar está la sangre que purifica, la que nos habla de algo mejor que la sangre de Abel.
25 Asegúrense de no rechazar al que habla, pues los que se negaron a escucharlo cuando él les hizo la advertencia aquí en la tierra no escaparon del castigo. Mucho menos nosotros si no hacemos caso al que nos habla desde el cielo.
26 En ese momento su voz hizo temblar la tierra. Ahora él promete: «Nuevamente haré temblar la tierra, pero también moveré el cielo».
27 La palabra «nuevamente» nos demuestra con claridad que todo lo creado, lo que se puede hacer temblar será destruido y sólo permanecerá lo que no se puede mover.